domingo, 24 de mayo de 2009
lunes, 18 de mayo de 2009
Yo
Yo
Yo...con la salud algo quebrantada
y no se si recuperable,
dejo a mi segunda mujer
mis brazos y mis piernas,
en recuerdo de que con
unos y con otras la abarqué y la ceñí,
la incorporé a mi territorio,
la gocé y logré que me gozara.
También le dejo mis rabietas de verdugo
y mis caricias de arrepentido;
mis hoscas vigilias y mis nocturnos de
minucioso amador;
la melancolía que me provocan
sus ausencias y el cielo abierto
que acompañan sus regresos;
la garantía de saberla dormida a mi lado
y la certeza de que velará mi último sueño.
Yo..dejo también una canción cadenciosa y pegadiza
que mi madre cantaba en la cocina mientras revolvía
el dulce de leche casero;
dejo un cristal con lluvia
que me ponía alegremente melancólico;
dejo un insomnio con luna creciente
y dos estrellas;
dejo la campanilla con la que llamaba
a la esquiva buena suerte;
dejo una tijerita de acero inoxidable
con la que, a través de los años,
me fui cortando tres o cuatro tipos de bigote;
dejo el cenicero de Murano que recogió
sin inmutarse las cenizas de mis frustraciones;
dejo todos mis apodos
y mis remordimientos clandestinos;
dejo una ficha de ruleta para que alguien
la apueste al treinta y dos;
dejo el relámpago de la memoria
que a veces ilumina los baldíos de mi conciencia;
dejo el cuaderno tabaré cuadriculado
donde fui anotando mis vagos presentimientos;
dejo un ejemplar del Quijote en papel
biblia con notas al margen que testimonian
mi aburrida admiración;
dejo los gemelos de oro que me regalaron
para mi segunda boda y que nunca estrené pues
uso camisas de manga corta;
dejo la cadenita de mi pobre perro
que murió hace tres años porque
no supo soportar su viudez;
dejo un encuadernado ejemplar de la
oda al c.a.r.a.j.o., única obra maestra del
ubicuo bandolero que escribió
nuestro himno y el de Paraguay;
dejo el antiguo calzador de mango largo
que uso en mis temporadas de lumbago;
dejo mi valiosa colección de arrugadas expectativas;
dejo un cajoncito de cartas recibidas y otro cajoncito
con copiaas de las cartas que no me contestaron;
dejo un termómetro enigmático y maravilloso
porque siempre nos fue imposible leer en él
la temperatura nuestra de cada día;
dejo la acogedora sonrisa de la preciosa
pero intocable mujer de un amigo
que es campeón de karate;
dejo el único piojo solitario,
anacoreta, que ingresó hace doce años
en mi geografía corporal
y al que ultimé sin la menor piedad ecologista;
dejo un plano muy bonito de Montevideo,
recuerdo de una época poscolonial y premoon;
dejo mi horóscopo, con sus pronósticos
nunca confirmados; dejo un papel secante
con la firma (invertida) de un ministro del ramo;
dejo un caracol gigante,
recogido en una playa oceánica
que antes de expirar me miró
con la tristeza de su odio salado;
dejo una antena de TV, que sólo aportó
inéditos fantasmas a mi pantalla;
dejo las ojeras de mi hipocondría y
los ardides de mi falso olvido;
dejo un decilitro de ola atlántica
que guardo en un frasco
verdiazul para que no extrañe;
dejo un sueño erótico y su verdad desnuda,
por cierto inalcanzable en la arropada vigilia;
dejo una bofetada femenina, injusta y perfumada;
dejo una patria sin himno ni bandera
pero con cielo y suelo;
dejo la culpa que no tuve y la que tuve,
ya que después de todo son mellizas;
dejo mi brújula con la advertencia
de que el norte es el sur y viceversa;
dejo mi calle y su empedrado;
dejo mi esquina y su sorpresa;
dejo mi puerta con sus cuatro llaves;
dejo mi umbral con tus pisadas tenues;
dejo por fin mi dejadez.
Mario Benedetti
viernes, 15 de mayo de 2009
¿A qué huelen las hormigas muertas?
Cuando una hormiga cae muerta transcurren alrededor de 48 horas hasta que una compañera recoge su cadáver, lo carga y lo transporta hasta el hormiguero. Si uno ha observado alguna vez el comportamiento de estos insectos, recordará la imagen de una hormiga transportando el cuerpo de una compañera y tratando de introducirlo en el agujero. Ninguna hormiga muerta se queda sin recoger.
Desde hace muchos años, los biólogos saben que las hormigas son unas recicladoras consumadas y que almacenan los cuerpos de los fallecidos en unos receptáculos especiales, donde se descomponen y generan nitrógeno para la comunidad. Pero ¿cómo reconocen las hormigas a sus compañeras muertas?
El entomólogo estadounidense Edward O. Wilson se fijó en esta circunstancia mientras estudiaba la comunicación de estos insectos. Tal y como relata él mismo, pensó que las hormigas debían de emitir alguna señal para decir “ESTOY MUERTA” y que las demás compañeras pasaran a encargarse de los trámites “funerarios”. Y así fue como descubrió que el secreto estaba en el ácido oleico.
Al cabo de las primeras 48 horas, el cuerpo de la hormiga muerta comienza a expeler esta sustancia hasta que el resto de la comunidad la detecta y emprende las labores de recuperación del cadáver. La señal química es tan poderosa que, cuando Wilson roció con este ácido a una hormiga viva, sus propias compañeras la atraparon con sus mandíbulas y la condujeron una y otra vez al cementerio, pese a sus vanos intentos de oposición.
El mecanismo convierte a las hormigas en máquinas ciegas y obstinadas, hasta el punto de que si uno rocía con ácido oleico un palito o cualquier otro objeto, la primera hormiga que pase por el lugar lo atrapará entre sus mandíbulas y tratará de conducirlo al hormiguero a toda velocidad sin hacerse más preguntas.
jueves, 14 de mayo de 2009
35 países jóvenes
1991 fue un año pródigo en la aparición de nuevos países. Sólo entre abril y septiembre once nuevos estados se sumaron al mapamundi, pero no serían los últimos. La extinción de la Unión Soviética todavía daría para varias naciones más, al igual que la antigua Yugoslavia sería troceada en más pedazos. Pero no solo las federaciones socialistas serían la cantera de nuevas naciones. En África, Asia y Oceanía también aparecerían nuevos estados, algunos minúsculos, otros más bien creciditos. Estas son sus historias.





continuará...
Prueba Trinity y su comunicación en clave
Prueba Trinity y su comunicación en clave
En Julio de 1945 se celebró la conferencia de Potsdam, celebrada en la ciudad alemana homónima, en la que tomaron parte EEUU, Reino Unido y la Unión Soviética. La Alemania nazi había sido derrotada después de una larga y dura guerra y era el momento de reconfigurar el panorama. Uno de los temas a tratar era cómo organizar y administrar Alemania hasta que el país volviera al cauce normal. Sin duda, uno de los momentos más delicados e importantes de la historia del siglo XX, si bien, muchos de los puntos ya estaban decididos anteriormente de facto.
Lo que todavía estaba por resolver era la cuestión en el Pacífico. EEUU y Reino Unido, una vez finalizada la colaboración en Europa, eran desconfiados con respecto a Rusia. Además, esta había propuesto tomar parte en las operaciones militares contra Japón, lo que podría aumentar su radio de influencia después de la guerra.
En esta situación, el proyecto Manhattan se desarrollaba a marchas forzadas con el objetivo de acabar con el conflicto lo antes posible. Como sabrán, este proyecto trataba de crear la bomba atómica y era liderado por EEUU con ayuda de Reino Unido y Canadá. Los años de investigación, brutales inversiones y movilizaciones faraónicas estaban a punto de dar sus frutos, pero debido a la novedad del tipo de armamento las dudas estaban en la cabeza de todos.
En aquellos días de julio, mientras los dirigentes estaban en Potsdam, se realizó la prueba Trinity, es decir, el primer lanzamiento de un arma nuclear. Fue el 16 de julio de 1945 y la bomba lanzada en el desierto de Alamogordo, en nuevo México, era similar a Fat Man, la bomba que arrasaría Nagasaki. Los resultados de este primer lanzamiento fueron un éxito y de hecho resultaron mejor de lo esperado.
En el primer día de conferencia, mientras Churchill, que perdería las elecciones en su país en aquellos mismos días, y Truman temían a Stalin, recibieron un mensaje en clave que seguramente les supuso un gran alivio. Truman recibió el siguiente mensaje en clave: “Operado esta mañana. El diagnóstico no está concluido pero los resultados parecen satisfactorios y ya superan todas las expectativas”. De esta forma era informado del resultado de la prueba Trinity. El mensaje que recibió Churchill decía: “Los niños han nacido como esperábamos”.
Parece claro que la forma en la que afrontaron la conferencia, con esta información justo antes de comenzarla, y ya estando en Potsdam, fue más relajada y segura al cerrar la posibilidad, seguramente, de que la guerra en el Pacífico se extendiera durante mucho más tiempo.
La "influenza" tiene su origen en Benedicto XIV
La "influenza" tiene su origen en Benedicto XIV
Esta enfermedad lleva siglos y siglos molestando a la humanidad en el mejor de los casos y asolándola en el peor de ellos. Allá por mediados del siglo XVIII todavía no era conocida como “influenza”, pero allí apareció el Papa Benedicto XIV para darle nombre. Utilizó el término “influenza” para referirse a la gripe. Así se la denomina en muchos países, como decía, sin modificar una letra de su origen italiano. Según se cuenta, este papa estaba convencido de que el virus actuaba y se extendía por influencia de los astros del cielo y de ahí el origen del término. No pondré la mano en el fuego, pero seguro que hubo alguna explicación de por medio, para que un Papa de la Iglesia Católica atribuya a los astros el origen de una enfermedad.
Otra explicación, más lógica , es la que atribuye el origen de “influenza” a una abreviación de “influenza di freddo” o influencia del frío.
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